Son muchos los trastornos físicos, emocionales o mentales los que se pueden tratar con las Flores de Bach: estrés, ansiedad, depresión, inestabilidad emocional, adicciones, miedos, inseguridad, falta de autoestima, preocupaciones, cansancio mental o físico, preparación para exámenes, dificultades de concentración, síndrome post-vacacional, etc. Asimismo ayudan a corregir patrones mentales y emocionales como la crítica o la auto-crítica, los diferentes tipos de miedos, la culpa, la rabia y la agresividad, el resentimiento y el rencor, los celos y la envidia, la falta de confianza en uno mismo, los pensamientos negativos, el pesimismo, la rigidez mental, la intolerancia, la impaciencia, etc. La sutileza de esta maravillosa terapia permite adquirir mayor perspectiva y conciencia, ayudando a comprender el origen del problema a tratar para poder cambiar las pautas mentales, emocionales y conductuales que podrán haber contribuido al estado negativo en el que se encuentra la persona o animal.
En niños: Dificultad para dormir, pesadillas, miedo, mojar la cama, hiperactividad, problemas de aprendizaje, rabietas, exagerada timidez, ansiedad -especialmente al entrar al colegio o enfrentar pruebas escolares.-, padres divorciados o fallecidos, llegada de un hermanito.
En la adolescencia: Cambios bruscos de humor, ciclos cortos de irritabilidad, falta de interés, distracción, inseguridad, desesperanza, pesimismo, preocupaciones por su físico, desórdenes alimentarios, miedo a sus propios conflictos.
En la vejez: baja en la autoestima y la depresión, insomnio, soledad, angustia, ansiedad, tristeza, depresión, desesperanza, miedo, baja autoestima, obsesión con el pasado.